jueves, 17 de agosto de 2017

To-do list

Laburar pero hacerse rato para los amigos mantenerse informado también comer sano hacer ejercicio leer a muertos y a argentinos y a muertos argentinos dormir 8 horas incorporar el lenguaje inclusivo aunque sea con la barra entender más adelante que hay otros géneros además de esos dos tratar de que la comprensión no te devore, la medida justa de existencialismo pero sin que tire a la depresión ser trivial cada tanto reír de chistes malos cada tanto hacer chistes malos mirar el bailando pero sin cosificar, tampoco hace falta decir que es un producto superador porque nadie es más ni menos que el bailando igual es una boludez pero todo lo demás también ojo con lo que te molesta y ojo con que te moleste que tal cosa moleste porque si no entrás en ese juego y al final lo binario es así buscarle grises es demasiado insumo de energía para una persona pero todo empieza por una persona, definirse, qué difícil, viste que en el futuro dicen que vamos a ser todos todas todes bisexuales no, no puedo con el lenguaje esa pelea la abandono pero pará quién dice eso que dicen, no sé, dicen; pero igual estamos en el presente y yo no soy bisexual no tengo nada tampoco contra los bisexuales no aclares esas cosas que queda medio facho escuchame, ¿posta soy la primera judía con la que cogés? ¿Y no tenés amigos judíos? No quiero pero sólo puedo pensar en que tu familia me odiaría un poco si me conociera la nariz me delata el apellido también igual nunca niego que soy judía pero bueno los viejos algunos son incorregibles no, incorregibles las pelotas, con ganas de aprender cualquiera puede cambiar de opinión estamos cambiando de opinión todo el tiempo y a veces como que nos enfilamos detrás de alguien que pensamos que siempre tiene razón pero cuidado con eso también está bueno pensar por uno mismo, sí, pero hay líderes buenos, una vez nati me dijo que al laburo entrás por la empresa y te vas por tu jefe bueno capaz en el feminismo es lo mismo qué, ¿no estábamos hablando de feminismo? Para mí sos bisexual sólo que no te permitís darte cuenta como dicen los peronistas viste no, pero yo no soy peronista, bueno pero no lo ventiles porque acá van a pensar que votaste el hijo de puta este noo pero nada que ver y bueno es así lo binario y eso cada tanto mechá un comentario que nada que ver como para descomprimir tipo hoy me puse un jean recién lavado que me hace un culo divino pero en un par de horas se me va a estirar y los pliegues como que me dejan rollitos de tela raros en la concha y se me hace pezuña buen no pasa nada la camisa es larga nadie me va a mirar la concha no, pero es obvio que de lo consciente que soy de que tengo eso ahí lo voy a decir y lo voy a mostrar y en la oficina se van a reír y capaz se vuelva “algo” como che hoy no te pusiste el jean que te hace rara la concha y no sé no quiero que me estén mirando la concha a diario pero medio que me lo busqué aunque también puedo decir ey basta con eso de la concha pero no quiero quedar ortiva tengo buena onda con todos estoy nueve horas por día acá, decir tanto concha te hace quedar guarra pero guarra mal no guarra que calienta, nueve horas más los grupos de whatsapp; uy los grupos, no opiné de nada hoy doscientos cincuenta y cinco mensajes bueno deben ser todas pavadas pero en el subte de vuelta leo igual a ver si alguien preguntó por mí, termino la botellita y salgo así completo los dos litros de agua diarios recomendados mientras reniego de hablar cada tanto un poco en inglés como acá con el título, todo antes de las diez que cierra el chino.

miércoles, 2 de agosto de 2017

tres coma catorce dieciséis


Un libro* con tu foto en la tapa me cuenta, entre otras cosas, que en sus comienzos como funcionario del peronismo tu papá pedía agua mineral para lavarse el pelo.

Agua
mineral
para lavarse
el pelo.

Sos eso también Carlitos. Eso también te tiene que haber marcado.

Esto, Carlitos, te lo digo a vos y me lo digo a mí: qué cagada que no elijamos nacer. Después nos taladran el cerebro con que debemos ser conscientes y hacernos cargo de las decisiones que tomamos; y esa, la fundante, el puntapié, no depende de nosotros. ¿Vos pensás que todos tenemos una misión? ¿Que venimos acá por algo, a cumplir algo? ¿Cuál es la tuya? ¿Cuál pensás que es la tuya? Ya sé que no sabés y que te fastidia pensarlo porque en algún punto te hace sentir inútil, porque todo en tu vida es involuntario y es incorregible. Porque vos, Carlitos, terminaste siendo tu propio villano. Porque estás loco pero no querés ser así y yo sé, te juro que sé, que a veces te preguntás si en algún momento del camino giraste mal y te perdiste o si sencillamente naciste sin camino, todo es binario y vos sos un número de coma infinita que nadie termina de decir, sos el “pi” de la humanidad, todos abandonamos en algún punto de nombrarte, de traerte.

A veces pienso en vos, en las personas como vos que capaz no es que necesitan un abrazo para salvarse pero sí como parche, para sortear el momento, cualquiera que sea. Pero me imagino que te doy un abrazo con miedo, como si la posibilidad de que me clavaras un puñal o que me metieras una piña seca en el estómago realmente existiera. ¿Si te abrazara me pegarías? ¿Sería un abrazo incómodo? ¿Lo terminarías vos precozmente con dos palmaditas en la espalda como diciendo “bueno…” o te fundirías conmigo en ese existencialismo vago de dos que se quieren pero no se conocen y no pueden afirmar nada más que la propia existencia y mil millones de miedos?

Hay tanto que no sabemos del otro. Por eso te escribo, no para conocerte sino porque no te conozco.

¿Te acordás de cuando te la pusiste con el auto?
¿Y de cuando te la pusiste con la moto?
¿Y de cuando te la pusiste otra vez con otro auto?

Y ahora para cebarte un mate por ejemplo tenés que hacer setenta y tres maniobras porque, contra todo pronóstico, no te moriste. No elegiste vivir y no te podés morir. No se me ocurre mayor calvario que sentirse obligado a ser. Y es parte de lo mismo, Carlitos, no podés sino estar vivo. Estás condenado a estar vivo.

Pero tonto no sos, no te creas. Porque al tonto no le da ni para sufrir. Y yo sé, te juro que sé, que el hecho de que todos tuvieran a su papá y a tu papá más que vos tiene que haber dolido. ¿Lo veías por la tele? ¿Deseabas, por ejemplo, sentarte en su falda? ¿Querías saludar desde algún balcón al lado suyo? Yo, Carlitos, tengo a mi papá conmigo desde siempre. Me quiere, me cuida, a veces reniego porque es muy torpe para la adversidad y cuando me pasa algo fuma mucho, me pregunta si necesito plata y me dice que tengo que seguir con mi vida. Y yo noto su ausencia emocional, no te creas, pero también noto que no me hace falta. Los papás, Carlitos, a veces están sobrevalorados. Pensamos que sin ellos no podemos, pero mirate vos, mirá cómo a pesar de luchar contra ello seguís vivo, fuiste preso, saliste, tomaste merca, dejaste, te pusiste violento, lloraste, te escapaste, te calmaste, te hiciste famoso por tener la pija enorme, no lo usaste lo suficiente, no supiste cómo o no quisiste, te escapaste, tomaste merca, te calmaste. Sobreviviste.

Tener a tu papá al lado en todos esos momentos de tu vida no habría cambiado nada. Esto es terrible, lo sé, pero no todo sirve para algo. A veces nos decimos que muchas cosas son producto del autoboicot, de padres ausentes, de pasados dolorosos porque qué paja atómica admitirnos otro fracaso, ¿no?

Porque si no encontramos culpables, los culpables somos nosotros.

De chico eras gordito. Yo también. Tu mamá te quiso mucho. La mía también. Hay días en los que me despierto re manija de tatuarme un elefante porque son mamíferos con bocha de cuidados maternales y además tienen conciencia de lo que es la muerte. Lloran las muertes, hacen duelos, protegen los cuerpos, extrañan, aman. Qué castigo hermoso es sentir, ¿no, Carlitos? Vos lo debés saber, por eso buscás apagarte con fierros y falopa. Si un día baja una nube y te dice: te doy toda tu infancia de vuelta con tres o cuatro modificaciones que vos quieras, o te doy cinco posibilidades de apagarte de acá a que te mueras, ¿vos qué elegís?

Pensalo, Carlitos. El pasado es un lugar hostil, sí, pero entre otras cosas porque usamos 'no tengo historia' para decir que algo no trae ningún problema. Y el futuro es lo interesante, lo que tememos con intriga. No, Carlitos, la nube no te deja cambiar el hoy. No podés ser feliz ahora. Ojalá, imaginate. Amor instantáneo. Tirás un polvito en una taza, agua caliente, te lo tomás y sentís la calma, el amparo de que eventualmente todo va a estar bien.

Yo no puedo decirte, Carlitos, que va a estar todo bien. No porque no quiera sino porque no lo sé. No sé si vas a llegar a viejo ni cómo. No sé si te quedan bien las canas, si vas a tratar tu pelo como lo hacía tu papá con el suyo, cuánto se arrugará tu piel, si tus lesiones producto de los choques te van a pasar factura con delay y un día realmente mover un dedo va a ser un laburazo infernal para vos. No sé si te vas a enamorar. No sé si enamorarte te va a salvar de algo. No sé si vas a tener amigos verdaderos, si tu familia te va a invitar a asados y preguntarte sobre las chicas, no sé si alguna tía te va a decir que están todas ciegas, que cómo no te van a dar bola. No te voy a mirar con pena nunca en la vida, te voy a aplaudir si algún día te tengo enfrente. Porque sobrevivir en un mundo que tiende al caos, que no puede sino sumirse en un desorden hipnótico que nos recuerda todo el tiempo que no, que no somos inmortales, que las cosas pasan y la gente deja de existir; sobrevivir bajo esas condiciones, Carlitos, es merecedor de un aplauso.

Y vos te vas a quedar mirándome, probablemente preguntándote qué hace esta pelotuda, y yo me voy a reír, y los dos vamos a tener menos de un segundo, medio segundo diría en el que pensemos que por ahí eso es el amor, que nos estamos enamorando o que ya es tarde para el gerundio, que estamos enamorados, pero para cuando lo queramos afirmar ese segundo va a haber terminado, vos me vas a decir que me suba a tu nave o a tu moto, me vas a dar un casco re pulenta, me vas a envolver mis manos alrededor de tu cintura y me vas a hacer tocarte un poco la pija pero sin decirme nada. Y quizá se dé, Carlitos. Quizá esa noche se cumpla. Quizá el viento en la cara, la ilusión de bienestar, lo crédulos que somos frente al momento, lo vulnerables que estamos a la idea del amor, lo peligroso que es el amor; quizá todo eso termine en lo que siempre quisiste, Carlitos. Quizás le acaricies la mejilla rosácea a la felicidad y, como buen villano, apenas sientas eso, te mueras.


*Carlitos Way, de Victoria De Masi. Editorial Tusquets.